Los incendios forestales han calcinado 20.893 hectáreas desde el 1 de enero hasta el 3 de julio de 2025. Esta superficie equivale al 10,2% de las hectáreas quemadas de toda la Unión Europea, aunque es un 73,8% menor que la media entre 2006 y 2024 perteneciente al mismo periodo, según datos recogidos desde el 1 de enero hasta el 3 de julio del Sistema de Información de Incendios Forestales de la Comisión Europea (EFFIS). Sin embargo, el riesgo de incendios sigue muy presente, como ha demostrado el primer gran fuego del año en Torrefeta i Florejacs (Lleida), que ha calcinado 5.000 hectáreas, ya incluidas en la suma total, y causado la muerte de dos personas. 

En Europa, los incendios se han duplicado este año, pasando de una media de 413 fuegos a más de 1.000, según el Servicio de Gestión de Emergencias del Programa Copernicus de la Comisión Europea. En España, el número de siniestros ha bajado a 97, frente a los más de 200 existentes entre los años 2006 y 2024 en el mismo periodo, el primer semestre del año. Aun así, el contexto de sequía y las altas temperaturas, agravado por el cambio climático, mantienen en alerta a las autoridades. 

La maquinaria agrícola en el centro del debate

Con la campaña de cosecha en marcha, el uso de maquinaria en campos secos supone un riesgo real. Los agricultores, conscientes del peligro que esta combinación supone, están obligados a seguir medidas de prevención en el uso de cosechadoras: llevar extintores de polvo o mochilas de agua, palas batefuego y contar con vigilancia auxiliar en las cercanías. 

Esta normativa, perteneciente a la Comunidad de Madrid, está recogida en las normativas de protección ante incendios forestales de las comunidades autónomas, perteneciente al Ministerio para la transición ecológica y el reto demográfico (MITECO).  

El caso de Loeches, en Madrid, donde el verano pasado la chispa de una cosechadora provocó un incendio que arrasó 700 hectáreas, refuerza la necesidad de cumplir estrictamente estas normativas. Los guardas forestales patrullan los campos para asegurar que se respetan estas medidas. Además, la sospecha de que el incendio de Torrefeta i Florejacs, el caso más grave en lo que España lleva de verano, haya comenzado por una chispa en una cosechadora durante labores agrícolas, vuelve a poner estas medidas sobre la mesa. 

La vigilancia y la prevención siguen siendo las mejores herramientas para evitar tragedias. Porque, como ha vuelto a quedar demostrado, basta con una chispa para que el campo arda

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